Los hemisferios cerebrales controlan el lateral opuesto del cuerpo. Aun cuando existen distintas lateralidades: manuales, podales (pies), oidales, oculares y linguales, éstas pueden presentarse en forma cruzada en un mismo individuo, de acuerdo al desarrollo y evolución del sistema nervioso. El proceso de lateralización concluye alrededor de los 10 años de edad, una vez que se cumplen algunas etapas de prelateralización. No obstante, cada hemisferio cerebral cumple funciones específicas, aun cuando su funcionamiento es cooperativo y en red.
El hemisferio Izquierdo se especializa en la percepción de disonancias, falta de correspondencia o desigualdades en la información y en la precisión en el lenguaje. Mantiene los conocimientos ya almacenados, participa en la evaluación de objetivos y en la atención sostenida y focalizada. Procesa el 30% del lenguaje. Elije las respuestas a los estímulos emocionales.
El hemisferio derecho, por su parte, gestiona la percepción de la coincidencia vocálica, con la prosa y la consonántica -cuyo estímulo es emocional-, evalúa y actualiza los conocimientos, controla la destreza guiada por el campo visual, a través de su conexión límbica se encarga de las respuestas de supervivencia, vigilancia y alerta –evaluado y sostenido por el HI-, procesa la información global o metafórica. Procesa el 70% del lenguaje. Almacena, con la mediación emocional, la memoria a largo plazo.
Algunos estudios han determinado que algunas patologías tienen relación con la hemisfericidad prevalente del sujeto. Si bien, los resultados aún son controversiales se acepta como generalidad que las emociones positivas son mejor procesadas por el HI y las negativas se gestionan mejor por el HD. Debido al estilo cognitivo de cada hemisferio cerebral, se vincula el desarrollo de trastornos depresivos a la prevalencia de HI y el desarrollo de trastornos maníacos a la prevalencia de HD. En este sentido, es preciso tomar en cuenta la influencia hormonal en el desarrollo de la citoarquitectura y la estructura del cerebro. Básicamente, cumplen funciones de activación y organización cerebral en las distintas fases de la plasticidad neuronal y su efecto es sistémico. El ambiente influye en las respuestas hormonales. Por esta razón, desde la descodificación biológica de las enfermedades se distingue la lateralidad de la polaridad. Como ya mencionamos, la lateralidad ser refiere al predominio sensomotor de una parte sobre su opuesto. La polaridad se refiere a los efectos hormonales en la conducta de las personas, y por lo tanto, en la forma de experimentar las situaciones de vida. A cada polo cerebral se le asigna una influencia hormonal masculina o femenina, debido a que en el hemisferio izquierdo se encuentra los relés de control cerebral de la vagina y del cuello del útero, y en el hemisferio derecho se encuentran los relés de control cerebral de la vesícula seminal. De este modo, la hemisfericidad cerebral es afectada por los cambios en las cargas hormonales de los ciclos vitales, reflejándose en muchos de nuestros comportamientos. Como ejemplo de diferentes respuestas adaptativas frente a un mismo peligro de supervivencia en un ambiente hostil específico, donde falta comunicación, es que la vivencia femenina del conflicto puede desencadenar una laringitis, mientras que una vivencia masculina del mismo conflicto puede biologizarse a través de una bronquitis.
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