El tejido adiposo o graso cumple funciones de amortiguar, proteger y mantener en su lugar a los órganos del cuerpo.
Además, cumple un rol de reserva adicional de energía que se anticipa a situaciones de escasez de alimentos. Por lo tanto, brinda una estructura preservadora que se desarrolla más en las mujeres que en los hombres, debido a su función biológica de maternidad y nutrición.
Además, la grasa corporal nos aísla del frío o mantiene el calor, características que se reflejan en las vivencias de las relaciones interpersonales, cuando percibimos vínculos fríos o distantes, o carentes de calor humano. El abandono, el miedo a la escasez y la incertidumbre existencial siempre están presentes en el relato del individuo que sufre obesidad o sobrepeso. Algunas experiencias impulsan programas biológicos de acumulación de grasas o líquidos, por ejemplo, el abandono, la carencia de alimento real o afectivo, o el trastorno dismórfico corporal asociado a la identidad. etc. La causa de estas experiencias podemos hallarlas en la historia biográfica o transgeneracional de la persona. Cuando la noción del individuo acerca del origen del sobrepeso es “desde siempre”, estamos ante un sobrepeso estructural, cuya raíz está en la historia ancestral. Los casos de sobrepeso estructural tienen un origen transgeneracional. Es una somatización de una deuda emocional que puede estar vinculada a la escasez de dinero o a carencias afectivas. En cambio, si la persona puede ubicar una fecha de inicio, el sobrepeso es coyuntural, por lo tanto, existe un evento concreto que se debe reelaborar emocionalmente. En este caso es recomendable, disponer de un registro fotográfico que nos permitan ver la progresión del sobrepeso a través del tiempo. Si la suba de peso es rápida está vinculada a la acumulación de líquidos, a una sensación de peligro en el presente. En cambio, si la suba de peso es lenta está vinculada a las reservas de grasa, orientando la percepción del obstáculo emocional de la persona hacia el futuro, con tonalidad de anticipación.
Existen otros factores por los cuales se despliega el sobrepeso o la obesidad. Por alteraciones glandulares como el hipertiroidismo, la diabetes, disfunciones en la vesícula biliar, etc. Por disfunciones hormonales como el cortisol o la insulina, que favorecen la fabricación de grasa; o las hormonas femeninas, que dificultan la combustión. Por otra parte, cuando se engorda sin razón aparente, el problema puede estar en el riñón. Es una respuesta biológica a una percepción de peligro, que cierra hormonalmente los canales colectores para guardar agua. Como generalidad, la obesidad hormonal siempre es una conversión de conflictos en relación a lo que simbolizan las hormonas involucradas en la patología. Existe una desvalorización del cuerpo de tonalidad íntima. Puede reflejar memorias de abuso en relaciones íntimas, asociada a vínculos muy cercanos, o cambios hormonales por estrés.
Un dato importante, especialmente en el sobrepeso coyuntural, es el número de kilos que la persona cree que ha engordado. Es habitual que la cifra tenga una significación particular en la historia de vida del consultante. Nos puede guiar hacia un evento específico de bloqueo emocional que inicia el proceso de aumento de peso. En algunos casos, las personas manifiestan una cifra como su peso ideal. Esa idealización del peso generalmente se asocia a una etapa de la vida que se vive con nostalgia y a la que se desea volver. La confrontación del ideal imaginado con la realidad que les devuelve el espejo suele ser muy frustrante para la persona, amplificando el sufrimiento emocional. Esta vivencia está vinculada a la ansiedad y se asocia al trastorno dismórfico corporal o conflicto de silueta. Aquí toma relevancia la sensación de estar limitado en distintos aspectos de la vida cuya resolución biológica es la expansión de las dimensiones del cuerpo. Ya sea para que noten la presencia, para intimidar, para crecer más rápido o para propiciar un mayor contacto físico con las personas significativas del entorno.
La morfogenética del tejido adiposo nos brinda pistas acerca de sus significados. Si la grasa acumulada es blanda y fría se asocia a procesos depresivos. Si la grasa es caliente y firme se vincula a la ansiedad. Si se ubica en los hombros, la cara, el tórax, la espalda o hace una joroba en la nuca, se asocia a la sobrealimentación y al estrés. Tiene un vínculo con la desvalorización y el abandono, con la función paterna, la sobrecarga de responsabilidades, la masculinidad, etc. Si se ubica en el vientre, tipo delantal, protege la infancia y el centro de las emociones: el estómago. Está vinculada a la defensa de los hijos. Si el abdomen baja hasta cubrir el pubis se protege el sexo por posibles memorias de abuso o incesto. La grasa acumulada en las caderas bajando hacia las rodillas, es de origen hormonal. Se asocia a los roles de la maternidad y la femineidad vividos con contrariedad, con ira interiorizada. En este caso pueden existir memorias de duelos bloqueados por abortos.
Iniciar un camino de sanación en relación al sobrepeso y la obesidad implica mirar el síntoma, cuestionarlo y conocer su raíz inconsciente para reconfigurar la perspectiva que tenemos acerca del problema. A veces, puede tener beneficios secundarios en nuestra situación de vida que dificultan salir de los ciclos de retroalimentación conflictiva. Una vez que conocemos el origen nos brindamos la oportunidad de gestionar la emoción bloqueante.
Marcelo Rodríguez Cachi
Bioterapeuta Sistémico
Fuentes:
El gran diccionario de las dolencias y enfermedades, Martel, Jaques, Editions Quintessence,
Tratado de Bioneuroemoción, Corber, Enric y Batlló, Montserrat, Editorial Kier, Argentina, 2015
https://www.instagram.com/salomonsellamoficial/ #InstagramLive: Sobrepeso y Obesidad
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